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La energía de las cosas

La construcción de imaginarios dirigidos a la estabilización de nuestras conductas de consumo siempre ha trabajado en la misma dirección: reemplazar las experiencias directas con los objetos por imágenes diseñadas para optimizar la eficacia del circuito producción-consumo-descarte. Sólo la vivencia concreta de nuestro cuerpo en las cosas, es decir, la conciencia del resto somático que dejamos en ellas nos permite acceder a una imagen autorreflexiva de nosotrxs mismxs dispersa en los entornos que nos rodean.

Todo esto se deja ver en el trabajo de Ainelén Bertotti Burket. Allí los objetos con los que convivimos despliegan sus energías más atávicas, nos atraen y nos repelen como imanes, nos devuelven la fuerza con la que los investigamos sin darnos cuenta. Despliegan a su manera el modo en que el que se encuentran adheridos a nuestros cuerpos. Los gestos de su obra están dirigidos precisamente a estas situaciones cotidianas y microscópicas por medio de sencillas operaciones: rasgar, quemar, asir, lacerar, cargar. Estas acciones, en apariencia pequeñas, cobran una escala particular: se presentan en realidad como una táctica para volver a pensar nuestros vínculos, siempre ambivalentes y complejos, con las cosas más cercanas que modelan los mundos singulares en los que estamos inmersxs.

Entre la autobiografía y la mirada a condiciones que nos resultan comunes, los procedimientos de la obra de Ainelén nos recuerdan, en última instancia, que todas estas cosas que nos rodean son testigos mudos de la extinción paulatina de las fuerzas y los deseos, es decir, de la constante pérdida de la vida.

Feda Baeza

 

Texto de sala muestra individual "La Energía de las cosas" 

Galería Subsuelo, Rosario. 2019

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